Septimus by Angie Sage

Septimus by Angie Sage

autor:Angie Sage [Sage, Angie]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Fantástico, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2005-04-23T04:00:00+00:00


~~ 27 ~~

El viaje de Stanley

A primera hora de la mañana del día de la fiesta del invierno, a Stanley le despertó su esposa. Tenía un mensaje urgente de la Oficina de Raticorreos.

—No sé por qué no te dan al menos hoy el día libre —se quejó su esposa—. Contigo todo es trabajo, trabajo y trabajo. Necesitamos unas vacaciones.

—Dawnie, querida —respondió Stanley pacientemente—. Si no hago el trabajo, no tendremos vacaciones. Tan sencillo como eso. ¿Dijeron para qué me querían?

—No pregunté. —Dawnie se encogió de hombros, malhumoradamente—. Creo que volverán a ser esos endemoniados magos.

—No son tan malos. Incluso la maga extraord… ¡ay!

—¡Ah!, ¿es ahí donde has estado?

—No.

—Sí, ahí es. No puedes ocultarme nada, aunque seas confidencial. Bueno, déjame darte un consejo, Stanley.

—¿Solo uno?

—No te mezcles con los magos, Stanley. Solo dan problemas. Confía en mí, lo sé. La última, esa mujer, Marcia, ¿sabes lo que hizo? Raptó a la única hija de una pobre familia de magos y huyó con ella. Nadie sabe por qué. Y ahora el resto de la familia, ¿cómo se llamaban? ¡Ah, sí!, Heap… Bueno, ahora están todos revolviendo cielo y tierra buscándola. Claro que lo bueno que hemos sacado con ello es que tenemos un nuevo mago extraordinario estupendo, pero Dios sabe que ya tiene bastante arreglando el desastre que dejó la última, de modo que no lo veremos durante una temporada. ¿Y no es horrible lo de todas esas ratas pobres sin hogar?

—¿Qué ratas pobres sin hogar? —inquirió Stanley con aburrimiento, deseando salir para la Oficina de Raticorreos y ver cuál era su próximo trabajo.

—Todas esas del salón de té de Sally Mullin. Ya sabes, la noche que tuvimos nuevo mago extraordinario. Bueno, Sally Mullin dejó ese repugnante pastel de cebada en el horno demasiado tiempo y se le quemó todo el local. Ahora hay treinta familias rata sin hogar. Algo terrible con este clima.

—Sí, terrible. Bueno, ahora me voy, querida. Te veré a mi regreso.

Stanley corrió a la Oficina de Raticorreos.

La Oficina de Raticorreos estaba en lo alto de la torre de vigilancia de la puerta este. Stanley tomó el camino rápido, que discurría por la parte alta de la muralla del Castillo, por encima de la taberna El Agujero de la Muralla, de la que ni siquiera Stanley conocía su existencia. La rata llegó rápidamente a la torre de vigilancia y se metió dentro de una gran cañería que subía por un costado. Pronto salió por arriba, saltó el parapeto y llamó a la puerta de una pequeña caseta donde se leían las palabras:

Oficina de Raticorreos Oficial

Solo ratas mensaje

Información en la planta baja,

junto a los contenedores de basura



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